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eróticas o pornográficas) ya existían desde hacía No fue fácil, por otro lado, asentar la fama de Per-
muchos años, incluso en formato de libro. Pero los sépolis. Recuerdo que, en un curso sobre histo-
tomos de David B. ayudaron, junto al Maus de Spie- rieta que impartí a maestros de instituto, una profesora
gelman, a potenciar el concepto de novela gráfica. aducía que le costaba ponerse a leer Persépolis porque
el dibujo no le acaba de gustar. Quizá identificaba el buen
dibujo con un grafismo más realista, quizá le costaba en-
tender que una “novela”, aunque fuera gráfica, estuviera
dibujada con un estilo sintético, que prima el trazo evoca-
dor antes que el naturalismo. La animé a leer Persépolis,
que hiciera el esfuerzo, y le gustó. Entendió, la profesora,
que un buen dibujo no es necesariamente realista, y que en
historieta lo que prima es la narración, el cómo contamos
las cosas, qué contamos y que las contemos con el grafis-
mo que exige el relato.
Hay quienes aseguran que novela gráfica no es historieta.
Que es otra forma de entender la narración en viñetas. Da
igual. Sea un formato o una forma de narrar, lo que importa
es que se publiquen obras interesantes para lectores adultos,
y que estos salgan del gueto de la ignorancia con respecto a
este medio de comunicación. Y el Persépolis de Marjane Sa-
trapi hizo mucho (y sigue haciendo) por la historieta (o por
la novela gráfica). Llama la atención de un público potencial
que también es lector de literatura o de ensayo o de poesía.
Marjane Satrapi, influida por David B., inició en el año 2000 Abre nuevas puertas al conocimiento.
la publicación en cuatro tomos de Persépolis, publicada tam-
bién por L’Association. Y lo hizo motivada por explicar su Antoni Guiral
propia historia, una aventura personal y real llena de com- Divulgador de tebeos
plejidades que era, es, la historia de muchas otras personas.
Y lo hizo con su propio grafismo, sencillo, icónico, expresio-
nista, reforzando en cada trazo aquellas experiencias vívidas
y reales. Y consiguió que muchos miles de lectores adultos
se acercaran a la historieta. Daba igual que Persépolis entrara
en la definición de “novela gráfica”; lo importante era que se
trataba de una obra de calidad, narrada con pulso firme y
mucha determinación, con valentía y osadía, planteada como
una experiencia vital en la que se mezclaban los sentimientos
con la política y con la cruda realidad. Esa fuerza llegó como
un vendaval e impresionó a esos y esas lectores/ras que
hasta entonces, como decía, veían en las viñetas pequeños
relatos para mentes tiernas.